"Una Bella no tan Bella y una Bestia no tan Bestia"

Érase una vez en una pequeña ciudad del sur de Chile, Puerto Varas, donde vivía una familia muy adinerada en una lujosa e imponente morada. La hija de la familia, Bella, era considerada la mujer más hermosa de toda la ciudad. Sin embargo, su maravilloso aspecto físico no era para nada similar con su interior. Ella era un ser humano despiadado, engreída, muy cruel y burlesca que disfrutaba humillar a los demás cada vez que podía. Sus padres se la pasaban fuera de casa; de viaje y trabajando, por lo que Bella siempre ha estado rodeada de criadas que han sido su única compañía.

La ciudad muy verde y con una notable influencia alemana se nota mas poblada y con más vida los meses de verano, ya que comienzan a llegar los veraneantes y el turismo y la diversión se ve por todos lados.

Un día como cualquier otro, Bella acompañada de su sirviera sale de su casa a comprar y en el camino se encontró con una mujer que leía el tarot en uno de los típicos puestos improvisados que se establecen en la calle. Bella se detiene un buen rato a observar todo lo que realiza la mujer y escucha parte de la lectura que le hacía a una abuelita que al parecer la frecuentaba. Bella muy incrédula, comenzó a reírse y a burlarse intensamente de ella. Eso no bastó, ya que también se acercó y le dijo de una forma nada agradable que era una charlatana y que le robaba a las personas. Pero esta mujer, a diferencia de las otras víctimas de la cruel Bella, no se queda tranquila, se pone de pie y conjura unas palabras en un idioma desconocido. Bella, extrañada, se va, pero sin dejar de ceñir la frente.

Después de tres días nada parecía cambiar, mas, al cuarto día, luego de despertar ,se vio ante el espejo y quedó horrorizada tras descubrir que no poseía esa belleza de la que tanto presumía. Por lo que sin pensarlo mucho, recuerda a la extraña mujer de hace unos días y corre a buscar a su sirvienta para que la acompañe al lugar en donde se encontró a la mujer del tarot, ya que estimó que ella era la responsable de aquella maldición. Al llegar se corroboró la afirmación de Bella, la mujer esotérica le explica que para librarse de ese mal debe encontrar a alguien que logre amarla por lo que es, le dice que debe transformar su interior, aprender a respetar a las personas y probar que tan bella puede lograr ser. Bella se retira indignada, apenada y avergonzada, deseando que nadie la vea, que su aspecto había cambiado mucho. Ya no era la misma jovencita de 21 años hermosa, sino que era una chica con un rostro manchado, con ciertas marcas como si hubiera tenido quemaduras, con una nariz aplastada ni parecida a la que tenía, con un mentón arrugado propio de

una persona mayor y con el rostro algo enrojecido.

Pasaron días y Bella estuvo encerrada y deprimida, hasta que un día siguiendo los consejos de su sirvienta, accede a salir al jardín para despejarse. Bella permanece un buen rato sentada en la banca del patio delantero, la cual tenía una vista hacía la calle, observando todo lo que ocurría a su alrededor, pero siempre con una capucha que apenas dejaba ver sus ojos azules que algún día estuvieron iluminados.

De un momento a otro el viento se agita y una brisa deja caer la capucha, dejando su rostro

expuesto, lo que atrajo inmediatamente la mirada de todos los que pasaban por aquel lugar, que alejaron la vista de la maravillosa mansión para centrarla en aquella persona que parecía desdichada y con con un rostro no muy favorecido. Bella, avergonzada, entra rápidamente a la casa y se vuelve a esconder en su habitación, en donde permaneció tres días, días en los cuales lo más cerca que estuvo del exterior fue de la ventana por donde se podía mirar a la gente que pasaba por el lugar, y que daba directo al local de McDonald’s que estaba al cruzar la calle. Allí había divisado a un joven muy apuesto en el mesón de atención.

Ya al cuarto día, con mucho esfuerzo, invadida por un antojo de hamburguesa y animada por su sirvienta, quién resultó ser su gran apoyo, a pesar de lo mal que solía tratarla Bella, logra salir de su casa y cruzar la calle para ordenar una gran hamburguesa en el negocio que tanto miraba. El joven muy amable y apuesto que había visto hace unos días, la atiende con gran esmero, aun cuando Bella era algo insolente, apenas se le oían las palabras y permanecía cabizbaja. La chica recibe su pedido e inmediatamente corre a la casa y disfruta su hamburguesa con papas fritas como nunca antes. Y así fue cada día, durante dos semanas, donde Bella con mucho esfuerzo intentaba dejar la timidez y la vergüenza de su aspecto a un lado para cruzar la calle por las tardes y así poder ver a

este joven amable.

Bella, a veces aburrida ya de comer siempre lo mismo, sólo iba a McDonald’s a ver al apuesto joven y muchas veces ni se comía lo que ordenaba. Durante esas semanas descubrió que el nombre del joven era Andrés, que estaba en su quinto año de universidad en la carrera de ingeniería comercial y que estaba trabajando para reunir dinero y emprender un negocio propio. En esas semanas la chica no sólo iba por cinco minutos a comprar, sino que en algunas ocasiones se quedaba lo necesario para mantener una conversación fluida con el joven. Al término de esas dos semanas el joven Andrés dentro del empaque en donde iba su pedido habitual (hamburguesa doble con papas fritas) le agrega una nota en donde la invita a una cita. Bella, descubre esa nota al llegar a casa, muy sonrojada y sin pensarlo mucho, volvió a salir para poder decirle en persona a Andrés que si aceptaba la invitación.

La cita fue concretada una semana después, un día Martes en un agradable y delicioso restaurant de la ciudad donde esta vez no comieron hamburguesa. Esa fue la primera de muchas citas, ya que Andrés logró conquistar el corazón de la chica que no tenía corazón y Bella logró transformar su interior con la ayuda de su sirvienta y de Andrés, su actual novio. Al pasar los días el hechizo se rompió y todo gracias a esas dos personas y a una hamburguesa doble con papas fritas. FIN.